viernes, 18 de noviembre de 2016

Michael Kiwanuka


 Hay personas que flotan por la vida. Que están por encima de todo y de todos. Que sonríen de medio lado como si tuvieran un angel de la guarda que les libra de cometer errores. Que no se ruborizan hasta que el patio estalla, ruge, llora. Y entonces ponen cara de no ir con ellos. De no entender qué es lo que hacen tan bien y que enloquece a todo el mundo. Que además de su genio, poseen esa mirada humilde tan contradictoria en nuestro mundo terrenal. Pero ellos no son de aquí. Son de ese planeta inalcanzable. Vienen en su nave y se van por donde han venido. Y te regalan ese momento, ese recuerdo, ese cosquilleo. Tocar a tanta gente a la vez, ¿no es ese un gran poder?

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