viernes, 27 de mayo de 2016

La banda sonora de tu vida

Seguro que habéis visto Boyhood. El currazo que se pegaron juntándose dos semanas durante 12 años para grabarla, bien merece que paguemos unos pocos euros por ver el resultado. Si os fijáis, la BSO está compuesta por algunos de los éxitos o canciones que tuvieron cierta relevancia en cada uno de los momentos por los que atraviesa la historia. Pues si hicieran una peli sobre mis últimos 12 años de vida, esa banda sonora bien podría estar ocupada en su totalidad por canciones de Thrice. Sabemos que es difícil quedarse con una sola banda, pero yo soy de esos afortunados que no albergan ninguna duda. Mi respuesta es siempre veloz, como los inicios de una banda que literalmente ha crecido conmigo.

Los descubrí (o me los descubrieron) recién estrenado su tercer album, The Artist In The Ambulance, allá por el 2003. En Febrero de 2004 se presentaron en la capital y como el disco me gustó bastante no dudé a la hora de comprar la entrada. No tengo un recuerdo muy claro de lo que sentí entonces, era uno de tantos conciertos algo alternativos a los que acostumbraba a ir con amigos de la universidad. Poco a poco me fui dando cuenta de la genialidad de aquello y es que más allá de los singles se encontraba algo maravilloso y oscuro. Es raro encontrar la clave de un disco en su segunda mitad. Definitivamente se puede decir que no fui a ese concierto todo lo preparado que debiera haber ido. No da tregua, en ningún momento y su final está tan arriba que me fue imposible alcanzarlo en las primeras pasadas. Pero poco a poco fue haciéndose más nítido hasta que se convirtió en lo que hoy en día sigue siendo mi disco favorito de la vida.



Su siguiente LP, Vheissu, lo recibí con cierto escepticismo, como no podía ser de otra manera. El grupo viraba hacia un lugar que no entendía del todo. Veníamos de algo sencillo pero contundente, un sonido rabioso y potente y lo que me encontré entonces era algo mucho más pausado e introspectivo. Casi experimental. Me quedé algo frío pero la vida sigue. No fue hasta que se acercó su quinto álbum que por fin me di cuenta que lo que había conocido en un principio no volvería jamás. Pero yo terminaba la universidad y también una época sin retorno, así que de nuevo acepté con resignación el inexorable paso del tiempo. Ese quinto album, The Alchemy Index, fue la confirmación. A esta gente se les ha ido la cabeza. Un disco doble dividido en cuatro partes (Fuego, Agua, Aire y Tierra) que ponía sobre la mesa la necesidad de evolucionar hacia diferentes sonidos. Ser admirador de Thrice nunca fue tan difícil, pero lo bueno hay que ganárselo y después de darle mucho al play, acabé rescatando temas que escondían grandeza, templanza y una madurez que hizo cambiar totalmente mi forma de escuchar música.

Beggars, su sexto (séptimo según se mire) disco de estudio fue una gozada desde el principio. Ya en la senectud de la banda, todo se hacía más nítido y cristalino. Es creo yo, cuando la voz de su cantante, Dustin Kensrue, alcanzaba su cota más alta, y no fue hasta que vi el concierto que dieron en las Shock Sessions, cuando me di cuenta que estaba ante posiblemente el grupo de mi vida. Su último disco, Major/Minor, supuso un paso atrás por lo que cuando anunciaron un "hiatus" pensé aquello de fue bonito mientras duró y que lo que habían fabricado siempre estaría ahí para disfrutarlo cuando quisiera.
En algún momento llegué a pensar que no habría más, pero en el fondo sabía o tenía la esperanza de que volverían. A fin de cuentas se retiraban para dedicar más tiempo a sus familias y seguro que ejercer de padre puede ser demasiado inspirador para no contarlo. Hoy, 26 de Mayo de 2016 sale "To Be Everywhere Is To Be Nowhere". Ya estaba colgado en Spotify ayer por la noche. No debía haber mirado, era ya muy tarde, pero lo hice, lo encontré e intenté ignorarlo metiéndome en la cama. Sabía que no podría dormir, 5 años esperando es mucho tiempo. Puse el primer tema y fue como si llevara sin respirar todo ese tiempo. Hoy segunda vuelta en el coche y tercera al llegar a la oficina. Y aunque tengo que trabajar ya no haré otra cosa que escucharlo una y otra vez, porque ya todo su sonido es magro para mí. Ya terminó de madurar, y creo que yo también tengo ya el tiempo justo de horno como para solo seguir disfrutando del camino sin tener que preguntarme todo el tiempo de donde vienen las piedras que lo forman.



jueves, 26 de mayo de 2016

Happy Thank You More Please

Me he hecho Netflix. Quería ver una serie que resulta ser original de este medio y cuyo título me da algo de vergüenza confesar por lo que me dije a mí mismo: ya vale de tanta piratería. Además el primer mes es gratis ;). Concibo Netflix como un videoclub en casa pero con un catálogo un tanto limitado. Aún así, como ya estaba apuntado, empecé a bucear por su oferta en busca de alguna peli facilona que llevarme a los ojos. Tengo gustos peculiares en lo que se refiere al fast food de la gran pantalla. Cuando la gente no quiere complicarse mucho, ven una de acción intrascendente, una de ciencia ficción totalmente inverosimil o una comedia romántica de Jennifer Aniston. A mí, en ese momento me da por ver dramas, normalmente de parejas jóvenes y traficantes de amor moderno, caprichoso y a veces superficial y si tengo suerte con algo de doble fondo. Es un género no tan extendido pero donde abundan muchas joyas como algunas de las que ya he hablado: Her o The Lobster. En esta ocasión me decanté por Happy Thank You More Please.

Antes de nada y en vista de quien es su protagonista, tengo que decir que aunque me he tragado entera la serie de How I met your mother, creo que está bastante sobrevalorada. En gran parte por su protagonista, un tanto cansino, llorica y excéntrico. Pero no tengo la misma opinión de sus otros papeles. Amor y Letras por ejemplo me gustó bastante. Realmente no puedo decir que me encante, ya que insiste en ese papel de hombre cansado que me saca un tanto de quicio, pero por lo menos su labor de guionista reconozco que es plausible.

*SPOILER ALERT*

Una de las características que más valoro en una película es la de ser capaz de identificarme con los personajes y sus situaciones. Y lo reconozco, me gusta casi todo lo que Sam hace porque es lo que yo haría, o quizá por falta de valentía, lo que me gustaría hacer. Encontrarme un niño y echarle un cable. Quedarme anonadado cuando pasa una chica que me gusta, descubrir por casualidad el bar donde trabaja y buscar una excusa para entrar. Recibir un mensaje de voz y escuchar atentamente la neura de una amiga que necesita consejo. Ir tarde a una fiesta, pasearme por la casa como si nada me importara e irme con esa sensación de que algo de mi huella he dejado en aquel lugar. Quizá devolvería al niño antes pero entiendo que no lo haga, y creo que a mí también me costaría hacerlo. También, aunque en menos medida, le encuentro cierta gracia a lo de los 3 días, pero más que nada por la escena de la mañana siguiente en la que se da cuenta que quizá se habia dejado llevar más de la cuenta. Y definitivamente me gusta cuando la amiga le reta a que haga lo que necesite y sea el niño y no la chica lo primero que va a buscar.


Y hablando de la chica... Jugar con Kate Mara es como tener a Iniesta en tu equipo, es casi trampa. Ya resultó ser un buen reclamo en House of Cards, y en esta nos cuesta mucho no pensar aquello que de ser soltera tiene que estar loca. Al principio algo dura y escéptica, agradecida ante su descaro pero jugando con defensa de 5. La clásica pose, pues en seguida se derrumba tocando fondo un par de horas después con aquello que dice en su habitación: "Necesito que seas bueno", que la eleva al maximo nivel de "adorabilidad". Sinceramente, y una vez terminado el film, nadie puede creerse que esa relacion pueda durar. Solo Ted Mosby y su especial motivación por la repostería sentimental podría salvarlos. Pero hay que vender, y dejar abierto el final alimenta a todos esos consumidores de amor enlatado.

Pero no se retiren todavía, por suerte hay algo más. Dos historias de regalo, posiblemente en un intento de abarcar más público potencialmente identificable. La buena chica enganchada al chico malo y la pareja más o menos consolidada que se enfrenta al punto de inflexión más importante de su existencia. Historias positivas, bien contadas y bien interpretadas. Quiero pensar que hay gente que se enamora con los ojos cerrados y parejas que se crecen ante la adversidad. Y quizá por eso, porque las otras dos historias me convencen, me tengo que cargar la del protagonista. Lo siento Sam, tu nombre no es tan carismático y tu incipiente relación tampoco.

viernes, 20 de mayo de 2016

Her

Muchos alabaron la película como una aproximación muy acertada a lo que nos espera en el futuro en lo que a la relación entre hombres y máquinas se refiere. Pamplinas!! (lo siento, estoy en plena campaña de recuperación de esta palabra). Si algo destaca de la ganadora del Oscar para mí más importante (mejor guión original) de 2014, son simplemente las conversaciones. Las que tiene el protagonista con el trozo de metal con vida llamado Samantha.

Pero eso no es todo. Tantos momentos, todos ellos tan reales y perfectamente extrapolables al mundo actual... No necesitamos imaginarnos el futuro para sentirnos identificados con esa cita. Sí, esa chica. La bisexual y atractiva compañera del Dr. House. Es el perfecto ejemplo de cita fracaso que empieza más o menos bien pero se va torciendo por momentos. Él hace lo que tiene que hacer, intentar ser divertido, cercano, usar sus armas. Ella coquetea, esa es su apuesta, muy acertada también. Pero desgraciadamente cuando habla lo estropea. Y eso es algo que nuestro bigotudo protagonista nunca va a poder pasar por alto, por muchas ganas de sexo que pudiera tener. Por los clavos de Paquirrín, nunca en el primer beso puedes decirle a alguien como besar!! Ni tampoco puedes poner tus cartas tan a la vista reconociendo que los otros chicos que pasaron por allí solo te quisieron para pasar el rato. Que torpeza, yo hubiera salido corriendo igual, y mira que está buena!!
 


Otro gran momento nos encontramos cuando su amiga le expresa a Theo lo que siente respecto a su ruptura. Refleja a la perfección lo que nos pasa hoy en día. Nos cansamos, abandonamos y finalmente nos sentimos liberados al romper la relación confirmando que lo que acabamos de hacer era lo correcto. ¿Estamos seguros que era lo correcto? A ella le veo ese punto interesante pero caprichoso que me hace dudar entre si me encanta o me espanta. Me resulta muy adolestreinta esa manera de explicar la discusión que luego derivará en ruptura. Y como expresa ese momento de inquietud por comenzar una nueva etapa después de una relación tan duradera.



Y qué me decís de esas imágenes en silencio como flashbacks de su relación con el amor de su vida. "A veces todavía tengo conversaciones con ella en mi mente. Repasando viejos argumentos o defendiéndome de algo que dijo sobre mí". Arráncame el cerebro, ábrelo en dos y muéstraselo al mundo!! Cuantas veces habré reproducido conversaciones de esas en mi cabeza...

Y un año después todavía no está preparado para firmar. Te hace recordar lo que cuesta olvidar un periodo con alguien. Quizá no en este caso, pero a veces creo que olvidar cuesta tanto que ese esfuerzo mental no compensa la experiencia que has vivido. Me recuerda a aquella película de Jim Carrey: Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Ponme esos cables y todos esos electrodos. Toma mi dinero y hazme olvidar toda esa mierda! Lo que recordamos nos persigue y aunque no recuerdo la cantidad de mantequilla que llevan mis croquetas, las que tantas veces he hecho, sí que recuerdo esa canción. No solo aquella que compartimos, sino las de aquel grupo que alguna vez me dijiste que te recordaban a tu ex con el que finalmente volviste. La cara de ese gilipollas viene a mi mente cuando alguien de las numerosas listas de spotify en las que estoy suscrito, añade una canción de ese grupo, que encima me gusta. Podría no gustarme pero me gusta. Total, que al final se juntan para firmar y es cuando acabas de entender el deterioro que vieron crecer entre ellos. Nada que ver con aquellos momentos llenos de complicidad. Todo lo contrario. Frialdad, presencia incómoda y nervios, sobre todo de él. Nervios que le descubren y le hacen enfocar aquel encuentro de una manera que si pudiera volver atrás, cambiaría.


Y luego, como no, las infinitas charlas que comparten Theo y Samantha. Tan reales, tan sentidas. Resulta difícil de asimilar porque ella no es real de verdad. Pero igualmente tontean, comparten un picnic con otra pareja y hacen pública su relación como si ella existiera. Y terminan como ahora mismo estarán terminando miles de parejas. Por algo nuevo, por un cambio.... Como dice una amiga mía. Ya no cumplimos nuestras promesas. Esas que se hacían nuestros abuelos por las que estaban juntos toda la vida. Cumplir esas promesas era lo que les mantenía unidos. Ni afinidad, ni gustos compartidos, ni la pasión sexual a la que hoy en día le damos tanta importancia. Solo promesas. Las mismas que nosotros nos hacemos pero que somos incapaces de mantener.

lunes, 16 de mayo de 2016

Manipulación o porqué la democracia directa es un fraude

Se dice que las mujeres son más manipuladoras que los hombres. No se si esto significa que lo practican más o que se les da mejor. Digamos que las dos cosas ya que la segunda lleva a la primera. Si algo nos funciona, lo utilizamos más a menudo, sentido común básico. Voy a romper una lanza a favor de la mujer y responderé a la siguiente pregunta. ¿Por qué ellas lo hacen más y mejor? Porque son más valientes y toman más decisiones. Liderar tiene que ver con ambas cosas. Cuando organizas, cuando te implicas, cuando pones a rodar cualquier iniciativa te encuentras con respuestas humanas. Algunas a favor, otras en contra y de todas se aprende. La vida es un continuo ensayo/error y al final uno se va dando cuenta cuales son las pautas que rige el comportamiento humano. Y ante una acción, el que conoce la posible reacción se acaba erigiendo maestro de la manipulación.

Lo mejor y peor de esto es que solo el que es buen manipulador se da cuenta cuando le están intentando manipular. Y esto es así con todo en la vida. Está claro que al tonto no le puede resultar fácil reconocer la inteligencia cuando ésta le rodea. Y este principio es poderoso por su escasez, ya que seamos sinceros, ¿quién participa hoy en día en nada? ¿quién se moja? ¿quién se implica? ¿Estamos ante una crisis de potenciales manipuladores? Puede que sí, y eso hace aún más poderoso al que lo es.

No quiero nombrar a nadie pero digamos que entre los que pretenden alcanzar La Moncloa hay alguno más listo que otro y consciente de la importancia de la manipulación y lo estrechamente relacionada que está con uno de sus conceptos estrella: la democracia directa. Me refiero a las consultas populares, al rollo asambleario, al referéndum por cualquier motivo. Esa falsa sensación de participación es un bálsamo ideal para aquellos que aunque en realidad no quieren tomar decisiones, sienten que nuestros políticos no les tienen en cuenta. ¿Cómo podemos solucionar esto? Haciendo pensar a la gente que su opinión sí que importa. ¿De qué manera? Mediante consultas populares.

Os cuento una situación. El año pasado tuve una despedida de soltero. Una gorda además, de unas 20 personas. Para ello alguien propuso que unos pocos tomáramos las riendas del asunto, ya que a veces resulta muy complejo poner a mucha gente de acuerdo en ciertos detalles. ¿Os suena de algo? En política esto se llama gobierno representativo. Y que queréis que os diga, la experiencia me dice que suele funcionar bastante bien. Tan bien como buenos sean sus representantes. Desgraciadamente los que ocupan nuestras cámaras no son tan buenos. ¿Es perfecto este sistema? No, no hay nada perfecto, pero la experiencia también nos dice que el gallinero que se forma cuando todo el mundo quiere coger la batuta es mucho peor.
Volviendo a la despedida y por evitar posibles acusaciones oligárquicas, decidimos abrir nuestro pequeño congreso a todo el que quisiera. El resultado os lo podéis imaginar. Todo el mundo dice querer participar pero a la hora de la verdad muy poca gente se toma la molestia. Pero resulta que el ser humano es incongruente por naturaleza, y una vez tomadas las decisiones y puestas en práctica, hubo algunas quejas puesto que la gente se sentía demasiado dirigida y espectadora de su propio destino.

Esto pasa en la realidad en escenarios más grandes como pueden ser nuestra sociedad y nuestros gobiernos. ¿Cómo podemos llenar ese vacío que sienten determinados ciudadanos? Hagamos consultas periódicas sobre temas que parecen importantes. Algunas que tengan que ver con nuestro programa o nuestras ideas que ya hemos comprobado que tienen cierto respaldo. Así luego no podrán decirnos que no les tuvimos en cuenta. Además, es una buena manera de eludir responsabilidades. Si la cagamos, será culpa del pueblo que fue el que decidió. Pero espera un momento, ¿no nos pagan precisamente por tomar decisiones? Si, pero qué más da! La falsa sensación de participación les hará olvidar esos pequeños detalles. ¿Y si en algún momento nos equivocamos con nuestras predicciones y sale un resultado desfavorable o comprometido para nuestros intereses? Para eso están los grupos de presión y las minorías organizadas que ya hemos manipulado previamente para que empujen las iniciativas que más nos interesan. Además, en última instancia, si el resultado no nos gusta ni siquiera tenemos obligación legal de cumplir el deseo popular, vease Tsipras y su referéndum sobre Europa y la Troika.

A todo esto, además, le podemos añadir otro comportamiento humano que juega en contra de esta forma de tomar decisiones. Siempre tendemos a penalizar las iniciativas propuestas por aquellos cuyas ideas históricamente no han encajado con las nuestras. Toda propuesta tiene un rostro que la acompaña y el hecho de que nos parezca más o menos amable condiciona nuestra decisión. Qué le vamos a hacer, tenemos sentimientos que confunden nuestro juicio. ¿Cuántas veces habremos tumbado una iniciativa simplemente porque el primero-firmante no nos caía bien? Igual era una idea cojonuda... Pero da igual, ayer a este hombre le escuché contrariar mis ideas, en cambio este otro las reafirma constantemente. ¿No es esto lo que queremos todo el tiempo? Que otro cualquiera refrende nuestras decisiones es algo que nos pone cachondos, da igual la raza, el sexo o la inclinación política.

En último lugar, la bomba de relojería, la explicación universal sobre el fraude asambleario. Es la siguiente: la gente no tiene ni puta idea de casi nada. Hace no mucho hubo un referéndum en Italia sobre algo de levantar una prohibición en lo referente a prospecciones petrolíferas en la costa. No me sé los detalles, y el problema es que seguramente la mayoría de los italianos tampoco. Pero allí fueron convocados ellos para tomar la decisión, que enfocada de esta forma bien podía haberse resuelto echando una moneda al aire. Y es que la opinión de un experto vale más que la de un millón de ignorantes. Pero nuevamente qué más da, es como darle a un mono una pistola de fogueo. Falso poder que es devuelto con intereses hacia el que de verdad manda. Soberanía popular lo llaman. Ingenuidad popular sería un nombre más acertado.

La política mucho tiene que ver con la manipulación, y ofrecer falso protagonismo es una forma de llevarla a cabo. Siéntate y piensa: ¿quieres ser protagonista? Muy bien, entonces levántate y participa. Si no quieres serlo, no te culpes, no eres diferente al 99%. Eso sí, céntrate por favor en una única tarea: vota un buen representante! Y si no lo encuentras, lleva la contraria a todo el mundo todo lo que puedas :).