viernes, 18 de noviembre de 2016

Michael Kiwanuka


 Hay personas que flotan por la vida. Que están por encima de todo y de todos. Que sonríen de medio lado como si tuvieran un angel de la guarda que les libra de cometer errores. Que no se ruborizan hasta que el patio estalla, ruge, llora. Y entonces ponen cara de no ir con ellos. De no entender qué es lo que hacen tan bien y que enloquece a todo el mundo. Que además de su genio, poseen esa mirada humilde tan contradictoria en nuestro mundo terrenal. Pero ellos no son de aquí. Son de ese planeta inalcanzable. Vienen en su nave y se van por donde han venido. Y te regalan ese momento, ese recuerdo, ese cosquilleo. Tocar a tanta gente a la vez, ¿no es ese un gran poder?

jueves, 13 de octubre de 2016

Un vendedor de Kleenex viene a verme

Por lo menos yo lo estuve esperando. Pero nunca llegó, ¡maldito seas vendedor ambulante, dónde estás cuando se te necesita! Bayona es un sádico, eso es un hecho. Ya intentó perpetrar su crimen lacrimógeno en su anterior entrega, Lo Imposible. Recuerdo en aquella proyección que me tocó a mi izquierda una mujer por la que estuve a punto de llamar al Samur. Claramente necesitaba asistencia o al menos un abrazo ya que no paró de llorar y moquear durante prácticamente toda la película. Incluso antes casi de que el Tsunami se sobreviniera. La culpa la tiene Mediaset y su metralleta publicitaria. Los titulares de algunas revistas tampoco ayudaban. La carnicería emocional abría sus puertas y todo el mundo venía predispuesto a pedir cuarto y mitad de emociones duras. A la gente le encanta y es que en el fondo resulta muy liberador. Yo iba dispuesto a participar en ese circo y asumía todas las consecuencias, pero aquel sentimiento nunca llegó. Y me indigné, me sentí estafado hasta el punto de pedir la hoja de reclamaciones. "Mire señorita, me prometieron lágrimas, o eso decía su publicidad. Me siento engañado. He tenido una semana de mierda y lo necesito. LO NECESITO! Deme llanto o devuélvame el dinero!" Mi glándula lacrimal es como mi aparato reproductor: va a su bola. Recuerdo llorar con Forrest Gump, Juno y Cadena Perpetua. Todas ellas con final feliz. No me preguntéis por qué. La declaración de amor de Melvin Udall en Mejor Imposible también derribó todas mis defensas. Y qué puedo decir de aquella confesión de interfono bajo la lluvia en el Hijo de la Novia. Cero dramas, siempre Smile, que diría el esperpento de Gibaja. Esa es mi criptonita.


* SPOILER*

Con estos antecedentes me fui a ver "Un Monstruo Viene a Verme". Totalmente a pelo, no llevaba ni una servilleta. Mira que el tema central de la película me tocaba especialmente ya que se puede decir que he vivido algo parecido. Me hice el valiente y lo pagué con intereses. De primeras la peli me pareció lenta y reconozco que cuando empezaron las historias y los dibujos, pensé: WTF! Y es que es de esas en las que el desarrollo solo cobra sentido cuando se acerca el final. Para el Hannibal Lecter de los directores, la primera hora consiste en poner muchos ingredientes tristes juntos como un precalentamiento para cuando venga el "fatality" emocional. Niño introvertido y soñador que sufre maltrato escolar y cuya madre abandonada por su pareja padece cancer terminal. Toma ya! Para colmo, la abuela también tuvo lo suyo por lo que su caracter lejos de ayudar al pre-adolescente, está más enfocado a mostrarle la cruda realidad de la vida. Pero como digo, todo tiene una razón de ser.

3 Historias viene a contar el Monstruo, en las que nada es lo que parece. Y es que el niño falla en el diagnóstico, por lo menos en las dos primeras. ¿Quién es el culpable? La bruja, el príncipe, el cura, el boticario... No hay héroes, esa es la conclusión que yo saco y es que en la vida real tampoco existen. Todos tenemos debilidades, zonas grises y algunas incluso oscuras. Y sobre todo, somos humanos y tenemos pensamientos que intentamos ahogar pero que poco a poco nos consumen y nos hacen castigarnos a nosotros mismos. Lo importante es lo que hagas, no lo que pienses. "Dí la verdad" le espeta el monstruo casi al final.

Seamos transparentes y sinceros y aceptemos los pensamientos egoistas que nos hacen terrenales. Es mucha carga para un niño pensar constantemente que en algún momento cercano su madre ya no estará. No sé si existe algo más real y más humano que querer dejar de sufrir.

Y por fin llega la bomba de neutrones. Tras esa intensa confesión y ese despertar junto al tejo. Ese viaje en coche donde tendrá que aceptar el cambio radical que se avecina. Y el monstruo con todas sus raices en la habitación de hospital, en ese último aliento... Y quieres que termine pero cuando se acerca el final estás dispuesto a sufrir un poco más por no dejarla ir, porque sabes que ya no volverá y tienes miedo y estás solo y piensas que lo estarás aún más.

Y un toque de luz para finalizar. Ese cuarto perfectamente acondicionado. Representa el recorrido de la abuela, la visión realista, estoica y serena de que la vida sigue y tenemos que jugar con las cartas que nos dan. De que vivimos y morimos y por el camino tenemos que querernos, aguantarnos y servir a los demás.

Bayona te odio a muerte.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Ya no caigo tan bien

Ya son muchos años los que llevo en Madrid y por suerte puedo decir que mi vida social es bastante abundante. Amigos de la universidad, "expatriados" de mi ciudad natal y compañeros de la casi media docena de empresas en las que he trabajado. No se si es que se me da bien la gente o simplemente que tengo buen carácter. Muchas veces pienso que tener relaciones sociales es como cocinar, todo es quererlo. Es la actitud y muchas veces la molestia o la fuerza de voluntad de querer simplemente estar. Dicho así suena como si pidieras lentejas un sábado por la noche en un restaurante, pero seguro que os ha pasado. Esa visita inesperada de un amigo del pueblo justo ese fin de semana que querías descansar, desconectar, tumbarte a ver la segunda temporada de Narcos y gruñirle a cualquiera que se atreviera a tocar tu puerta. Pero no, te levantas, vas a buscar a tu colega a la estación, eliges un restaurante, le presentas a esa chica que una vez mencionaste como un posible "match" y le ofreces un lugar donde caer muerto por el alcohol y por la fiesta que nunca tiene en su ciudad y que aquí es tan abundante. Te lo mereces. Vas por ahí fardando de capital, de su vida nocturna, su caña bien echada y sus Domingos de cielo azul. Te jodes ahora, levantas tu culo de la cama y te vas a buscar a tu amigo de la infancia.

Bueno, pues eso, actitud, disposición, ganas de agradar. Cuando defines tus prioridades es más o menos normal que las que van primero, tarde o temprano te acaben correspondiendo. Pero no es mi intención (lo siento, me enrollo sin querer) hablar sobre esto. Más bien sobre todo lo contrario. Hoy me he dado cuenta que no le caigo bien a una compañera del trabajo. Y pensareis: "Jode chico, no es pa tanto. Una entrada para esto?". La verdad es que ya lo llevo mejor, sabéis? No es la primera persona a la que caigo mal xD. Pero me pregunto, ¿cuándo empezó todo esto? Esta espiral de caer mal a la gente. Yo antes molaba.

¿Cuál es el motivo? La edad. Simple y llanamente. La que tengo yo y la que tiene ella. La madurez mental, el vigor físico y sexual o el desarrollo intelectual. Todas estas características tienen su punto álgido en la vida, cada cual el suyo en su edad correspondiente, y por tanto su posterior declive inevitable, seco y contundente. Lo mismo pasa con tus manías, tu paciencia y tu cinismo. Tu sentido del humor y tu intransigencia. Sobre todo tu intransigencia. Tu orgullo, tu condescendencia. Todo va a la mochila. Lo llaman bagaje. Tus experiencias van al saco y te ayudan a sobrevivir en el mundo real, pero también va para dentro todo el dolor, toda la resignación y todas las batallas perdidas convertidas en complejos.

Se ríe conmigo, yo la veo reír, pero no creo que sea sincera. Creo que cree que soy algo chulo y quizá más políticamente incorrecto de lo que está acostumbrada. A veces me extralimito con ciertas bromas. Y no tengo paciencia para darle la vuelta, ni mi orgullo me ayuda a buscar una razón para hacerlo. Es así, cada vez nos cuesta más caer bien. Por supuesto que luego llega el fin de semana y te presentan a alguien, congenias, te diviertes e incluso te das el número de teléfono. Pero es que nos volvemos corredores de 100 metros. Y en esta metáfora, la compañera de trabajo es una carrera de fondo. Vaya que sí lo es, todos los días tienes que lidiar con ella.

A ver, no dramaticemos, es normal, es el mundo adulto, es la rutina. No siempre vas a estar en la cresta de la hola. Pero lo otro también es cierto, es la edad, es el agotamiento... Nuestro carácter empeora y nuestro círculo se reduce. El bueno, el de verdad, el de calidad. Las exigencias de la senectud también juegan en nuestra contra pero acaso la amistad no debería ser de las primeras atenciones de nuestra lista? A la gente con la edad también se le olvida esto.

Pero no pasa nada, hoy es viernes! Voy a salir a ver si hago un amigo nuevo :).


lunes, 26 de septiembre de 2016

Amistad entre hombres y mujeres (Parte 1/3)

La linea de la sexualidad

Antes de pasar al tema principal, es necesario que explique un asunto que considero bastante clave a la hora de decidir si somos de esas personas acostumbradas a sellar amistad con el sexo opuesto o no. Es algo casero y no se si muy revelador, pero bueno, juzguen ustedes.

Efectivamente, lo de tener amig@s del otro sexo no es para todo el mundo. Hace un tiempo estuve investigando qué era eso de las teorías "queer". Viene a explicar que no existen comportamientos propiamente masculinos o femeninos, no desde el punto de vista biológico, sino que es algo que establece la sociedad. Vamos, que es educacional. Y no solo afecta al género sino también a la identidad y orientación sexual. Yo personalmente no creo mucho en esto, pero quizá sea mejor dejar este debate para otra ocasión. De lo que sí quiero hablar y curiosamente viene a contradecir estas teorías, es de las diferencias entre sexos, ya no entre hombres y mujeres sino entre personas en general.

Imaginaos una línea recta en la que encuadramos la masculinidad o feminidad de una persona. En un extremo encontraremos a un cromañón, generalmente hombre. Bruto, insensible y zafio. Seguro que le ponéis mucho bello corporal aunque ya eso sería entrar en unos cánones que prefiero evitar. En el otro extremos tenemos a la feminidad hecha persona, generalmente mujer. Divina, delicada y estirada. Seguro que no le ponéis ni un solo bello más allá de ese pelazo y esas cejas finas y definidas. Nótese que en ningún momento he dicho, ni diré, que estos dos extremos son contrarios y/o complementarios. No es ella sensible porque él no lo sea.

A medida que una personalidad se acerca al centro va perdiendo ese estereotipo muy femenino o masculino para ir adoptando comportamientos que digamos la sociedad espera del sexo opuesto. Un ejemplo: la empatía. Solemos atribuir esta cualidad más habitualmente a las mujeres, no por eso decimos que nosotros, portadores de un pene, no sepamos escuchar, aconsejar y ponernos en la piel del otro. Pero quizá sí podamos decir que un hombre con estas cualidades coquetea con el centro en nuestra peculiar linea de la sexualidad. Otro ejemplo: el gay. El que además rezuma feminidad. Yo diría que esta persona cruza la línea divisoria, es decir que siendo hombre está del lado que la sociedad determina como territorio femenino. Resumiendo. No hay barreras en lo sexual. No hay imposibles, aunque sí hay modas, o valores que más frecuentemente se repiten y que la sociedad toma como "normales". No me gusta esta palabra y de hecho si le diéramos legitimidad, creo que preferiría ir de cañas con un anormal.

Habéis acertado. La conclusión de todo esto es que el lugar que ocupamos dentro de esta franja "sexual" determina nuestra probabilidad de disfrutar de una amistad con el sexo opuesto. O mejor, de varias, que no queremos que cualquiera con una amiga de rebote se suba al carro ;). Seguiremos.  

viernes, 9 de septiembre de 2016

La vulnerabilidad hace amigos

Que la perfección no es popular, es un hecho. Y no se por qué insiste la gente en colgar su vida perfecta en las redes sociales. Generar envidia "versus" desconexión social. No le veo la rentabilidad por ningún lado. Y cuando hablo de desconexión me refiero a que nadie se siente identificado con esa relación amorosa perfecta, ni ese viaje de ensueño, ni esa mascota adorable. ¿Qué hago mal? ¿Nunca te han perdido una maleta? ¿Tu perro no se caga en el sofá? Pero no quiero hablar del manido perfil de Facebook que todos odiamos. Quiero hablar de esa personalidad que ablanda al resto a la vez que te atrae hasta un punto en el que serías capaz de desnudar tu alma.

Soy raro, tengo manías manifiestas y complejos confesables. Mi historial amoroso es un desastre pero tengo cierto éxito con el sexo opuesto que nadie comprende. Me río de mí mismo constantemente y cuando me llevan la contraria simplemente acepto que existen otros puntos de vista. Yo no soy ese pero reconozco que todo lo que otras personas perciben como algo vulnerable, puede hacerte fuerte socialmente. Fijaros. Tendemos a contar nuestros problemas de pareja a aquel que los ha tenido peores. O manifestar la incomodidad por un defecto al que creemos que los tiene en mayor número o más graves. Quizá lo hagamos porque pensamos que esa persona nos va a entender, pero en realidad tiene más que ver con no sentirnos juzgados. Esa persona públicamente imperfecta es objeto de nuestro desahogo más íntimo y más profundo. Y es muy ventajoso ser ese "párroco". No solo por aquello de que la información es poder. Sería muy frío contemplar ese beneficio. Hablamos de otra cosa. La necesidad que tenemos todos de ser aceptados y convertirnos en esa persona que escucha y bendice los problemas de los demás. De repente, en este espacio confesional que hemos creado, me entregas la llave de tu purgatorio particular. Y no es por esa posesión, es simplemente la conexión que se crea entre esas dos personas y que puede durar toda la vida.

Pero como muchas otras cosas en la vida, todo se puede ir al traste por pasarnos de frenada. De ser vulnerables a transmitir lástima hay una línea muy fina. Dar pena hiere nuestro orgullo y mata la sinceridad y la naturalidad de los que nos rodean. Podemos pensar que a veces infundir respecto y parecer vulnerables estan reñidos. Pero se puede ganar respeto sin parecer perfecto, basta con forjar un buen criterio que los demás tengan en cuenta como referencia en ciertos momentos.

En resumen. Ser naturales con nuestros defectos, nuestras neuras y nuestros complejos, genera confianza y seguridad en el que abre su corazon y en el que busca comprensión más que consejo. Si lo combinas con cierta carisma a la hora de tomar decisiones y a la hora de exponer tus gustos y tus valores, mantienes ese equilibrio por el que nadie te envidia ni por el que nadie te compadece, que te hace fuerte.

miércoles, 8 de junio de 2016

Igualdad vs Equidad


Hace poco un amigo mío compartió esta imagen en Facebook. Su orientación política se dirige hacia la nueva "socialdemocracia", entiéndame usted el entrecomillado. Un dibujo muy explicativo que bien sirve para entender otro concepto: el del reparto de la riqueza. Ese reparto injusto según algunos catalanes y del cual yo estoy muy orgulloso (de lo poco bien que hacemos en España) por el que les toca dar más de lo que reciben.

Parece que el concepto de equidad es algo muy social, se podría decir que muy de izquierdas si no supiéramos desde hace tiempo que del dicho al hecho, hay un trecho. Y como está de moda eso de que dos noticias se entienden mejor juntas, voy a contaros otra que llamó mi atención y que tiene cierta relación. Según una estadística, en España es más probable morir de cancer en unas regiones que en otras, es decir, simplemente hay comunidades en las que se registran más fallecimientos por ciudadano por esta causa. Os podeis imaginar el motivo. Las prestaciones médicas de los centros de salud no son igual de buenas en todos lados porque no se dispone de los mismos recursos.

En el caso de los presupuestos, el estado decide el reparto, pero es competencia de cada comunidad gestionar la parte que se dedica a la sanidad. Sí, en España en vez de tener un solo sistema sanitario, tenemos 17. Muy práctico y lógico. Y te preguntarás, ¿por qué cada comunidad con el dinero que recibe no dedica más recursos a la sanidad? Fácil. Es como dar dinero a un yonki. Lo más probable es que se lo gaste en droga, en cambio si directamente le compras un bocadillo...

Pues resulta que algún loc@ un día se le ocurrió subirse a un atril y sugerir que el estado recuperara la competencia en sanidad para garantizar la equidad que tanto dicen que practican otros. Le llamaron facha. ¿No te has enterado que España es una nación de naciones? ¿Cómo voy a dar más poder al estado en detrimento de los nacionalismos? No te enteras. Lo de "centralizar" no es popular, y de lo que se trata esto es de ganar votos.

El año pasado murieron varios niños por tosferina debido a que sus padres cambiaron de trabajo y de comunidad y los niños allí ya habían recibido las vacunas pertinentes. Efectivamente, en España no tenemos un solo calendario vacunal sino 17.

Llamadme demagogo, pero de verdad que el centralismo solo va de eso. Dejemos de sentimentalizar la política, dejemos de pelearnos por si me siento español o vasco o catalan. La realidad es mucho más sencilla. En este caso tan solo se trata de garantizar la igualdad de oportunidades. Una causa muy loable presumida por unos y practicada por casi nadie.

viernes, 27 de mayo de 2016

La banda sonora de tu vida

Seguro que habéis visto Boyhood. El currazo que se pegaron juntándose dos semanas durante 12 años para grabarla, bien merece que paguemos unos pocos euros por ver el resultado. Si os fijáis, la BSO está compuesta por algunos de los éxitos o canciones que tuvieron cierta relevancia en cada uno de los momentos por los que atraviesa la historia. Pues si hicieran una peli sobre mis últimos 12 años de vida, esa banda sonora bien podría estar ocupada en su totalidad por canciones de Thrice. Sabemos que es difícil quedarse con una sola banda, pero yo soy de esos afortunados que no albergan ninguna duda. Mi respuesta es siempre veloz, como los inicios de una banda que literalmente ha crecido conmigo.

Los descubrí (o me los descubrieron) recién estrenado su tercer album, The Artist In The Ambulance, allá por el 2003. En Febrero de 2004 se presentaron en la capital y como el disco me gustó bastante no dudé a la hora de comprar la entrada. No tengo un recuerdo muy claro de lo que sentí entonces, era uno de tantos conciertos algo alternativos a los que acostumbraba a ir con amigos de la universidad. Poco a poco me fui dando cuenta de la genialidad de aquello y es que más allá de los singles se encontraba algo maravilloso y oscuro. Es raro encontrar la clave de un disco en su segunda mitad. Definitivamente se puede decir que no fui a ese concierto todo lo preparado que debiera haber ido. No da tregua, en ningún momento y su final está tan arriba que me fue imposible alcanzarlo en las primeras pasadas. Pero poco a poco fue haciéndose más nítido hasta que se convirtió en lo que hoy en día sigue siendo mi disco favorito de la vida.



Su siguiente LP, Vheissu, lo recibí con cierto escepticismo, como no podía ser de otra manera. El grupo viraba hacia un lugar que no entendía del todo. Veníamos de algo sencillo pero contundente, un sonido rabioso y potente y lo que me encontré entonces era algo mucho más pausado e introspectivo. Casi experimental. Me quedé algo frío pero la vida sigue. No fue hasta que se acercó su quinto álbum que por fin me di cuenta que lo que había conocido en un principio no volvería jamás. Pero yo terminaba la universidad y también una época sin retorno, así que de nuevo acepté con resignación el inexorable paso del tiempo. Ese quinto album, The Alchemy Index, fue la confirmación. A esta gente se les ha ido la cabeza. Un disco doble dividido en cuatro partes (Fuego, Agua, Aire y Tierra) que ponía sobre la mesa la necesidad de evolucionar hacia diferentes sonidos. Ser admirador de Thrice nunca fue tan difícil, pero lo bueno hay que ganárselo y después de darle mucho al play, acabé rescatando temas que escondían grandeza, templanza y una madurez que hizo cambiar totalmente mi forma de escuchar música.

Beggars, su sexto (séptimo según se mire) disco de estudio fue una gozada desde el principio. Ya en la senectud de la banda, todo se hacía más nítido y cristalino. Es creo yo, cuando la voz de su cantante, Dustin Kensrue, alcanzaba su cota más alta, y no fue hasta que vi el concierto que dieron en las Shock Sessions, cuando me di cuenta que estaba ante posiblemente el grupo de mi vida. Su último disco, Major/Minor, supuso un paso atrás por lo que cuando anunciaron un "hiatus" pensé aquello de fue bonito mientras duró y que lo que habían fabricado siempre estaría ahí para disfrutarlo cuando quisiera.
En algún momento llegué a pensar que no habría más, pero en el fondo sabía o tenía la esperanza de que volverían. A fin de cuentas se retiraban para dedicar más tiempo a sus familias y seguro que ejercer de padre puede ser demasiado inspirador para no contarlo. Hoy, 26 de Mayo de 2016 sale "To Be Everywhere Is To Be Nowhere". Ya estaba colgado en Spotify ayer por la noche. No debía haber mirado, era ya muy tarde, pero lo hice, lo encontré e intenté ignorarlo metiéndome en la cama. Sabía que no podría dormir, 5 años esperando es mucho tiempo. Puse el primer tema y fue como si llevara sin respirar todo ese tiempo. Hoy segunda vuelta en el coche y tercera al llegar a la oficina. Y aunque tengo que trabajar ya no haré otra cosa que escucharlo una y otra vez, porque ya todo su sonido es magro para mí. Ya terminó de madurar, y creo que yo también tengo ya el tiempo justo de horno como para solo seguir disfrutando del camino sin tener que preguntarme todo el tiempo de donde vienen las piedras que lo forman.



jueves, 26 de mayo de 2016

Happy Thank You More Please

Me he hecho Netflix. Quería ver una serie que resulta ser original de este medio y cuyo título me da algo de vergüenza confesar por lo que me dije a mí mismo: ya vale de tanta piratería. Además el primer mes es gratis ;). Concibo Netflix como un videoclub en casa pero con un catálogo un tanto limitado. Aún así, como ya estaba apuntado, empecé a bucear por su oferta en busca de alguna peli facilona que llevarme a los ojos. Tengo gustos peculiares en lo que se refiere al fast food de la gran pantalla. Cuando la gente no quiere complicarse mucho, ven una de acción intrascendente, una de ciencia ficción totalmente inverosimil o una comedia romántica de Jennifer Aniston. A mí, en ese momento me da por ver dramas, normalmente de parejas jóvenes y traficantes de amor moderno, caprichoso y a veces superficial y si tengo suerte con algo de doble fondo. Es un género no tan extendido pero donde abundan muchas joyas como algunas de las que ya he hablado: Her o The Lobster. En esta ocasión me decanté por Happy Thank You More Please.

Antes de nada y en vista de quien es su protagonista, tengo que decir que aunque me he tragado entera la serie de How I met your mother, creo que está bastante sobrevalorada. En gran parte por su protagonista, un tanto cansino, llorica y excéntrico. Pero no tengo la misma opinión de sus otros papeles. Amor y Letras por ejemplo me gustó bastante. Realmente no puedo decir que me encante, ya que insiste en ese papel de hombre cansado que me saca un tanto de quicio, pero por lo menos su labor de guionista reconozco que es plausible.

*SPOILER ALERT*

Una de las características que más valoro en una película es la de ser capaz de identificarme con los personajes y sus situaciones. Y lo reconozco, me gusta casi todo lo que Sam hace porque es lo que yo haría, o quizá por falta de valentía, lo que me gustaría hacer. Encontrarme un niño y echarle un cable. Quedarme anonadado cuando pasa una chica que me gusta, descubrir por casualidad el bar donde trabaja y buscar una excusa para entrar. Recibir un mensaje de voz y escuchar atentamente la neura de una amiga que necesita consejo. Ir tarde a una fiesta, pasearme por la casa como si nada me importara e irme con esa sensación de que algo de mi huella he dejado en aquel lugar. Quizá devolvería al niño antes pero entiendo que no lo haga, y creo que a mí también me costaría hacerlo. También, aunque en menos medida, le encuentro cierta gracia a lo de los 3 días, pero más que nada por la escena de la mañana siguiente en la que se da cuenta que quizá se habia dejado llevar más de la cuenta. Y definitivamente me gusta cuando la amiga le reta a que haga lo que necesite y sea el niño y no la chica lo primero que va a buscar.


Y hablando de la chica... Jugar con Kate Mara es como tener a Iniesta en tu equipo, es casi trampa. Ya resultó ser un buen reclamo en House of Cards, y en esta nos cuesta mucho no pensar aquello que de ser soltera tiene que estar loca. Al principio algo dura y escéptica, agradecida ante su descaro pero jugando con defensa de 5. La clásica pose, pues en seguida se derrumba tocando fondo un par de horas después con aquello que dice en su habitación: "Necesito que seas bueno", que la eleva al maximo nivel de "adorabilidad". Sinceramente, y una vez terminado el film, nadie puede creerse que esa relacion pueda durar. Solo Ted Mosby y su especial motivación por la repostería sentimental podría salvarlos. Pero hay que vender, y dejar abierto el final alimenta a todos esos consumidores de amor enlatado.

Pero no se retiren todavía, por suerte hay algo más. Dos historias de regalo, posiblemente en un intento de abarcar más público potencialmente identificable. La buena chica enganchada al chico malo y la pareja más o menos consolidada que se enfrenta al punto de inflexión más importante de su existencia. Historias positivas, bien contadas y bien interpretadas. Quiero pensar que hay gente que se enamora con los ojos cerrados y parejas que se crecen ante la adversidad. Y quizá por eso, porque las otras dos historias me convencen, me tengo que cargar la del protagonista. Lo siento Sam, tu nombre no es tan carismático y tu incipiente relación tampoco.

viernes, 20 de mayo de 2016

Her

Muchos alabaron la película como una aproximación muy acertada a lo que nos espera en el futuro en lo que a la relación entre hombres y máquinas se refiere. Pamplinas!! (lo siento, estoy en plena campaña de recuperación de esta palabra). Si algo destaca de la ganadora del Oscar para mí más importante (mejor guión original) de 2014, son simplemente las conversaciones. Las que tiene el protagonista con el trozo de metal con vida llamado Samantha.

Pero eso no es todo. Tantos momentos, todos ellos tan reales y perfectamente extrapolables al mundo actual... No necesitamos imaginarnos el futuro para sentirnos identificados con esa cita. Sí, esa chica. La bisexual y atractiva compañera del Dr. House. Es el perfecto ejemplo de cita fracaso que empieza más o menos bien pero se va torciendo por momentos. Él hace lo que tiene que hacer, intentar ser divertido, cercano, usar sus armas. Ella coquetea, esa es su apuesta, muy acertada también. Pero desgraciadamente cuando habla lo estropea. Y eso es algo que nuestro bigotudo protagonista nunca va a poder pasar por alto, por muchas ganas de sexo que pudiera tener. Por los clavos de Paquirrín, nunca en el primer beso puedes decirle a alguien como besar!! Ni tampoco puedes poner tus cartas tan a la vista reconociendo que los otros chicos que pasaron por allí solo te quisieron para pasar el rato. Que torpeza, yo hubiera salido corriendo igual, y mira que está buena!!
 


Otro gran momento nos encontramos cuando su amiga le expresa a Theo lo que siente respecto a su ruptura. Refleja a la perfección lo que nos pasa hoy en día. Nos cansamos, abandonamos y finalmente nos sentimos liberados al romper la relación confirmando que lo que acabamos de hacer era lo correcto. ¿Estamos seguros que era lo correcto? A ella le veo ese punto interesante pero caprichoso que me hace dudar entre si me encanta o me espanta. Me resulta muy adolestreinta esa manera de explicar la discusión que luego derivará en ruptura. Y como expresa ese momento de inquietud por comenzar una nueva etapa después de una relación tan duradera.



Y qué me decís de esas imágenes en silencio como flashbacks de su relación con el amor de su vida. "A veces todavía tengo conversaciones con ella en mi mente. Repasando viejos argumentos o defendiéndome de algo que dijo sobre mí". Arráncame el cerebro, ábrelo en dos y muéstraselo al mundo!! Cuantas veces habré reproducido conversaciones de esas en mi cabeza...

Y un año después todavía no está preparado para firmar. Te hace recordar lo que cuesta olvidar un periodo con alguien. Quizá no en este caso, pero a veces creo que olvidar cuesta tanto que ese esfuerzo mental no compensa la experiencia que has vivido. Me recuerda a aquella película de Jim Carrey: Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Ponme esos cables y todos esos electrodos. Toma mi dinero y hazme olvidar toda esa mierda! Lo que recordamos nos persigue y aunque no recuerdo la cantidad de mantequilla que llevan mis croquetas, las que tantas veces he hecho, sí que recuerdo esa canción. No solo aquella que compartimos, sino las de aquel grupo que alguna vez me dijiste que te recordaban a tu ex con el que finalmente volviste. La cara de ese gilipollas viene a mi mente cuando alguien de las numerosas listas de spotify en las que estoy suscrito, añade una canción de ese grupo, que encima me gusta. Podría no gustarme pero me gusta. Total, que al final se juntan para firmar y es cuando acabas de entender el deterioro que vieron crecer entre ellos. Nada que ver con aquellos momentos llenos de complicidad. Todo lo contrario. Frialdad, presencia incómoda y nervios, sobre todo de él. Nervios que le descubren y le hacen enfocar aquel encuentro de una manera que si pudiera volver atrás, cambiaría.


Y luego, como no, las infinitas charlas que comparten Theo y Samantha. Tan reales, tan sentidas. Resulta difícil de asimilar porque ella no es real de verdad. Pero igualmente tontean, comparten un picnic con otra pareja y hacen pública su relación como si ella existiera. Y terminan como ahora mismo estarán terminando miles de parejas. Por algo nuevo, por un cambio.... Como dice una amiga mía. Ya no cumplimos nuestras promesas. Esas que se hacían nuestros abuelos por las que estaban juntos toda la vida. Cumplir esas promesas era lo que les mantenía unidos. Ni afinidad, ni gustos compartidos, ni la pasión sexual a la que hoy en día le damos tanta importancia. Solo promesas. Las mismas que nosotros nos hacemos pero que somos incapaces de mantener.

lunes, 16 de mayo de 2016

Manipulación o porqué la democracia directa es un fraude

Se dice que las mujeres son más manipuladoras que los hombres. No se si esto significa que lo practican más o que se les da mejor. Digamos que las dos cosas ya que la segunda lleva a la primera. Si algo nos funciona, lo utilizamos más a menudo, sentido común básico. Voy a romper una lanza a favor de la mujer y responderé a la siguiente pregunta. ¿Por qué ellas lo hacen más y mejor? Porque son más valientes y toman más decisiones. Liderar tiene que ver con ambas cosas. Cuando organizas, cuando te implicas, cuando pones a rodar cualquier iniciativa te encuentras con respuestas humanas. Algunas a favor, otras en contra y de todas se aprende. La vida es un continuo ensayo/error y al final uno se va dando cuenta cuales son las pautas que rige el comportamiento humano. Y ante una acción, el que conoce la posible reacción se acaba erigiendo maestro de la manipulación.

Lo mejor y peor de esto es que solo el que es buen manipulador se da cuenta cuando le están intentando manipular. Y esto es así con todo en la vida. Está claro que al tonto no le puede resultar fácil reconocer la inteligencia cuando ésta le rodea. Y este principio es poderoso por su escasez, ya que seamos sinceros, ¿quién participa hoy en día en nada? ¿quién se moja? ¿quién se implica? ¿Estamos ante una crisis de potenciales manipuladores? Puede que sí, y eso hace aún más poderoso al que lo es.

No quiero nombrar a nadie pero digamos que entre los que pretenden alcanzar La Moncloa hay alguno más listo que otro y consciente de la importancia de la manipulación y lo estrechamente relacionada que está con uno de sus conceptos estrella: la democracia directa. Me refiero a las consultas populares, al rollo asambleario, al referéndum por cualquier motivo. Esa falsa sensación de participación es un bálsamo ideal para aquellos que aunque en realidad no quieren tomar decisiones, sienten que nuestros políticos no les tienen en cuenta. ¿Cómo podemos solucionar esto? Haciendo pensar a la gente que su opinión sí que importa. ¿De qué manera? Mediante consultas populares.

Os cuento una situación. El año pasado tuve una despedida de soltero. Una gorda además, de unas 20 personas. Para ello alguien propuso que unos pocos tomáramos las riendas del asunto, ya que a veces resulta muy complejo poner a mucha gente de acuerdo en ciertos detalles. ¿Os suena de algo? En política esto se llama gobierno representativo. Y que queréis que os diga, la experiencia me dice que suele funcionar bastante bien. Tan bien como buenos sean sus representantes. Desgraciadamente los que ocupan nuestras cámaras no son tan buenos. ¿Es perfecto este sistema? No, no hay nada perfecto, pero la experiencia también nos dice que el gallinero que se forma cuando todo el mundo quiere coger la batuta es mucho peor.
Volviendo a la despedida y por evitar posibles acusaciones oligárquicas, decidimos abrir nuestro pequeño congreso a todo el que quisiera. El resultado os lo podéis imaginar. Todo el mundo dice querer participar pero a la hora de la verdad muy poca gente se toma la molestia. Pero resulta que el ser humano es incongruente por naturaleza, y una vez tomadas las decisiones y puestas en práctica, hubo algunas quejas puesto que la gente se sentía demasiado dirigida y espectadora de su propio destino.

Esto pasa en la realidad en escenarios más grandes como pueden ser nuestra sociedad y nuestros gobiernos. ¿Cómo podemos llenar ese vacío que sienten determinados ciudadanos? Hagamos consultas periódicas sobre temas que parecen importantes. Algunas que tengan que ver con nuestro programa o nuestras ideas que ya hemos comprobado que tienen cierto respaldo. Así luego no podrán decirnos que no les tuvimos en cuenta. Además, es una buena manera de eludir responsabilidades. Si la cagamos, será culpa del pueblo que fue el que decidió. Pero espera un momento, ¿no nos pagan precisamente por tomar decisiones? Si, pero qué más da! La falsa sensación de participación les hará olvidar esos pequeños detalles. ¿Y si en algún momento nos equivocamos con nuestras predicciones y sale un resultado desfavorable o comprometido para nuestros intereses? Para eso están los grupos de presión y las minorías organizadas que ya hemos manipulado previamente para que empujen las iniciativas que más nos interesan. Además, en última instancia, si el resultado no nos gusta ni siquiera tenemos obligación legal de cumplir el deseo popular, vease Tsipras y su referéndum sobre Europa y la Troika.

A todo esto, además, le podemos añadir otro comportamiento humano que juega en contra de esta forma de tomar decisiones. Siempre tendemos a penalizar las iniciativas propuestas por aquellos cuyas ideas históricamente no han encajado con las nuestras. Toda propuesta tiene un rostro que la acompaña y el hecho de que nos parezca más o menos amable condiciona nuestra decisión. Qué le vamos a hacer, tenemos sentimientos que confunden nuestro juicio. ¿Cuántas veces habremos tumbado una iniciativa simplemente porque el primero-firmante no nos caía bien? Igual era una idea cojonuda... Pero da igual, ayer a este hombre le escuché contrariar mis ideas, en cambio este otro las reafirma constantemente. ¿No es esto lo que queremos todo el tiempo? Que otro cualquiera refrende nuestras decisiones es algo que nos pone cachondos, da igual la raza, el sexo o la inclinación política.

En último lugar, la bomba de relojería, la explicación universal sobre el fraude asambleario. Es la siguiente: la gente no tiene ni puta idea de casi nada. Hace no mucho hubo un referéndum en Italia sobre algo de levantar una prohibición en lo referente a prospecciones petrolíferas en la costa. No me sé los detalles, y el problema es que seguramente la mayoría de los italianos tampoco. Pero allí fueron convocados ellos para tomar la decisión, que enfocada de esta forma bien podía haberse resuelto echando una moneda al aire. Y es que la opinión de un experto vale más que la de un millón de ignorantes. Pero nuevamente qué más da, es como darle a un mono una pistola de fogueo. Falso poder que es devuelto con intereses hacia el que de verdad manda. Soberanía popular lo llaman. Ingenuidad popular sería un nombre más acertado.

La política mucho tiene que ver con la manipulación, y ofrecer falso protagonismo es una forma de llevarla a cabo. Siéntate y piensa: ¿quieres ser protagonista? Muy bien, entonces levántate y participa. Si no quieres serlo, no te culpes, no eres diferente al 99%. Eso sí, céntrate por favor en una única tarea: vota un buen representante! Y si no lo encuentras, lleva la contraria a todo el mundo todo lo que puedas :).

martes, 8 de marzo de 2016

The Lobster

He vuelto. En realidad nunca me fui. Digamos que solo dejé de contarlo. Para celebrar mi vuelta os traigo el análisis de una película que vi hace poco y que me hizo pensar. Me hizo pensar tanto que me ha dado para contar todo este rollazo. Espero que os guste.




La película trata tres escenarios diferentes. Los dos primeros son más o menos evidentes, el tercero dejémoslo de libre interpretación:

- Los que no pueden vivir solos
- Los obsesionados con su independencia
- Los febrilmente enamorados

Pero creo que hay un mensaje por encima de este contexto, de proporciones más inmensas y es por este punto por donde me gustaría comenzar.

Al final la película trata de buscar la reafirmación en los demás. Nos pasamos la vida intentando que los demás aprueben nuestras decisiones. Es como una tarea de fondo que nos autoimponemos sin darnos mucha cuenta y que se ejecuta una y otra vez.

Os presento a Paquita. Está felizmente emparejada aunque es víctima de ciertas dudas. Pero, ¿quién no las tiene? Su chico le trata bien, tiene detalles de vez en cuando que la enamoran. Pero no es todo lo vital que a ella le gustaría. Quién le iba a decir hace años que se alegraría al verle salir de casa para ver el fútbol con sus amigos. Tienen buen sexo, aunque ya casi nunca es improvisado. El caso es que Paquita tiene una muy buena amiga, Raquel, a la que respeta y en algunos aspectos admira. Lleva varios años soltera y a pesar de no faltarle pretendientes, insiste en no querer comprometerse con nadie. Raquel es una explosión de dinamismo. Transmite buen rollo porque se le ve feliz y porque nunca intenta vender nada, siempre acepta las circunstancias, propias y ajenas, con naturalidad. En cambio Paquita, quizá más insegura que su amiga, de vez en cuando adopta el rol comercial y evangeliza con los milagros de su relación como si de un vendedor de seguros se tratara. Únete al club! No hay otro igual! El día que Raquel quedó por tercera vez con Alberto, Paquita volvió a casa y tuvo sexo como de reconciliación pero sin haber pasado ningún drama. Destilaba alegría hacia su pareja que su novio no entendía pues ningún mérito especial se le podía atribuir. Pasadas un par de semanas dejamos de tener noticias de Alberto. Sin pensarlo demasiado, todo volvía a empezar.

La sociedad descrita en The Lobster es como si a Paquita le hubiera dado un aire y decidiera ingresar a su amiga en una prisión de baja seguridad para inadaptados, simplemente porque no ha conseguido convencerla de que su estilo de vida es el mejor.

Este intento de desaprobación lo vemos en ambos mundos. Los solteros en terapia son obligados a acudir a bizarras escenificaciones sobre las tragedias que pueden tener lugar si no vives en pareja. Puedes atragantarte con el hueso de una aceituna o ser violada en la calle, y nadie hará nada para salvarte. Al otro lado del bosque, vemos este mismo intento de autonconvencimiento cuando los solteros asaltan con nocturnidad el hotel para intentar romper lo que artificialmente la sociedad se ha empeñado en unir. Resulta risible comprobar que a pesar de actuar con cierta violencia, no es su deseo infringir ningún daño físico, solo dinamitar los cimientos de cuantas parejas encuentren a su paso. Poner en evidencia su mundo, para de esta forma encumbrar el que ellos profesan. Lo dicho, dos bandos enfrentados con un mismo objetivo.

A lo largo del metraje podemos ver numerosas y sutiles alegorías que tienen como objetivo representar esta enfermiza visión de la vida en pareja.

En el hotel, o mueres (te transforman), o cazas o pactas. Puede ser un pacto consensuado o puedes intentar engañar fingiendo coincidencias con otro huésped para dar lugar a otra superficial relación. Con el fin de salvar el pellejo, hasta una vida llena de golpes en la nariz o actitudes vejatorias hacia los demás, puede estar justificada. A pesar de parecer que existe cierto control en lo que a fraude amoroso se trata, en el fondo los "vigilantes" no se esfuerzan demasiado. De lo contrario, y si trabajasen por objetivos, se puede decir que su sueldo variable no sería muy cuantioso.


En el bosque las costumbres son justo las opuestas. El onanismo, lejos de estar penado, bien puede servir para justificar un rato de extraña evasión. La escena quizá más hilarante y que mejor representa esta obsesión por la independencia la encontramos cuando la jefa obliga a sus acólitos a cavar su propia tumba. Incluso han de aprenderse el camino hacia la misma para darse tierra si la cosa se pone chunga. Pero literal. En una de las escenas vemos al protagonista echarse tierra por la cara en una de esas pocas tareas (dar sepultura) en las que el ser humano por cojones necesita de la intervención de otra persona.

La ciudad también nos ofrece algunas escenas dignas de analizar. Por ejemplo las visitas a los padres, especialmente la segunda cuando los protagonistas tienen que fingir ser una pareja de verdad. Tienen tantas ganas de abrazar esa libertad que la actuación se les va literalmente de las manos. Otra visita, esta vez al oculista, nos traslada a una cuestión no ausente de cierta crítica hacia el mundo femenino. Esas amigas que te acompañan en el momento en el que pones fin a tu relación. Dejar ciega a su amiga seria en nuestra realidad como ese consejo envuelto en egoísmo que termina firmando una ruptura. Digamos que la versión más perversa de Paquita gustosamente acompañaría a su amiga a operarse la miopía sabiendo que se trata de un importante punto en común con su pareja.

Relacionado con esto último encontramos un fuerte argumento en contra de la actual visión que tienen muchas parejas. La obsesión por buscar coincidencias en pos de un mejor entendimiento. O lo que es lo mismo. La obsesión por fingir tener cosas en común con alguien para autoconvencerse de que es la persona adecuada para compartir tu vida. Sobre esto encontramos un gran momento cuando una vez dejan ciega a su chica, el protagonista insiste en que aprenda alemán (otro rasgo que le caracteriza) con la idea de dar sustituto a esa miopía que justificaba su existencia. Delirante ese pensamiento en el que tener un defecto en la vista puede abrirte las puertas del amor. Y es que de hipérboles está la película hasta arriba, supongo que con el fin de jugar entre lo insultantemente evidente y lo retorcidamente complejo.

Y todo esto sin empezar a diseccionar todo el mensaje que esconden escenas más sombrías. Por ejemplo, los empleados del hotel resultan de lo más normal que se puede ver en toda la película. ¿Qué papel representan? Curiosamente no paran de fumar cuando a los huéspedes no se les permite. Sigamos. ¿Qué hay detrás del apuñalamiento al volver las "amigas" de la ciudad? ¿Representa la ceguera que le producen lo perdida de amor que está ella por el protagonista? En su huida a la ciudad, ella está ciega y a él le aprietan los pantalones. Quizá un pelín sacado de quicio, la pregunta que me invade es: ¿Está también él enamorado? Y la pregunta que seguramente nos hacemos todos y que quizá resolvería esta última incógnita: ¿Se arranca los ojos o la deja plantada?

Para terminar. ¿Es esta perversa visión de la sociedad actual el mensaje que el director quiere transmitir? Quiero pensar que no. Al contrario. Creo que la película reivindica la normalidad. Esa persona que juega con las cartas que le da la vida. Que acepta su realidad, sin obsesiones, ni atajos. Que tiene la puerta entre abierta sin miedo al riesgo ni al compromiso pero con la suficiente dignidad para dar un portazo si lo necesita. Libre de complejos pasados, no vive en continuo anhelo por lo que en ese momento no tiene. Bien sea libertad lo que añora, bien sea esquivar la soledad lo que necesita. La normalidad en este contexto no es otra cosa que aceptar el destino con paciencia y respetar la decisión de los demás con empatía.