viernes, 9 de septiembre de 2016

La vulnerabilidad hace amigos

Que la perfección no es popular, es un hecho. Y no se por qué insiste la gente en colgar su vida perfecta en las redes sociales. Generar envidia "versus" desconexión social. No le veo la rentabilidad por ningún lado. Y cuando hablo de desconexión me refiero a que nadie se siente identificado con esa relación amorosa perfecta, ni ese viaje de ensueño, ni esa mascota adorable. ¿Qué hago mal? ¿Nunca te han perdido una maleta? ¿Tu perro no se caga en el sofá? Pero no quiero hablar del manido perfil de Facebook que todos odiamos. Quiero hablar de esa personalidad que ablanda al resto a la vez que te atrae hasta un punto en el que serías capaz de desnudar tu alma.

Soy raro, tengo manías manifiestas y complejos confesables. Mi historial amoroso es un desastre pero tengo cierto éxito con el sexo opuesto que nadie comprende. Me río de mí mismo constantemente y cuando me llevan la contraria simplemente acepto que existen otros puntos de vista. Yo no soy ese pero reconozco que todo lo que otras personas perciben como algo vulnerable, puede hacerte fuerte socialmente. Fijaros. Tendemos a contar nuestros problemas de pareja a aquel que los ha tenido peores. O manifestar la incomodidad por un defecto al que creemos que los tiene en mayor número o más graves. Quizá lo hagamos porque pensamos que esa persona nos va a entender, pero en realidad tiene más que ver con no sentirnos juzgados. Esa persona públicamente imperfecta es objeto de nuestro desahogo más íntimo y más profundo. Y es muy ventajoso ser ese "párroco". No solo por aquello de que la información es poder. Sería muy frío contemplar ese beneficio. Hablamos de otra cosa. La necesidad que tenemos todos de ser aceptados y convertirnos en esa persona que escucha y bendice los problemas de los demás. De repente, en este espacio confesional que hemos creado, me entregas la llave de tu purgatorio particular. Y no es por esa posesión, es simplemente la conexión que se crea entre esas dos personas y que puede durar toda la vida.

Pero como muchas otras cosas en la vida, todo se puede ir al traste por pasarnos de frenada. De ser vulnerables a transmitir lástima hay una línea muy fina. Dar pena hiere nuestro orgullo y mata la sinceridad y la naturalidad de los que nos rodean. Podemos pensar que a veces infundir respecto y parecer vulnerables estan reñidos. Pero se puede ganar respeto sin parecer perfecto, basta con forjar un buen criterio que los demás tengan en cuenta como referencia en ciertos momentos.

En resumen. Ser naturales con nuestros defectos, nuestras neuras y nuestros complejos, genera confianza y seguridad en el que abre su corazon y en el que busca comprensión más que consejo. Si lo combinas con cierta carisma a la hora de tomar decisiones y a la hora de exponer tus gustos y tus valores, mantienes ese equilibrio por el que nadie te envidia ni por el que nadie te compadece, que te hace fuerte.

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