viernes, 20 de mayo de 2016

Her

Muchos alabaron la película como una aproximación muy acertada a lo que nos espera en el futuro en lo que a la relación entre hombres y máquinas se refiere. Pamplinas!! (lo siento, estoy en plena campaña de recuperación de esta palabra). Si algo destaca de la ganadora del Oscar para mí más importante (mejor guión original) de 2014, son simplemente las conversaciones. Las que tiene el protagonista con el trozo de metal con vida llamado Samantha.

Pero eso no es todo. Tantos momentos, todos ellos tan reales y perfectamente extrapolables al mundo actual... No necesitamos imaginarnos el futuro para sentirnos identificados con esa cita. Sí, esa chica. La bisexual y atractiva compañera del Dr. House. Es el perfecto ejemplo de cita fracaso que empieza más o menos bien pero se va torciendo por momentos. Él hace lo que tiene que hacer, intentar ser divertido, cercano, usar sus armas. Ella coquetea, esa es su apuesta, muy acertada también. Pero desgraciadamente cuando habla lo estropea. Y eso es algo que nuestro bigotudo protagonista nunca va a poder pasar por alto, por muchas ganas de sexo que pudiera tener. Por los clavos de Paquirrín, nunca en el primer beso puedes decirle a alguien como besar!! Ni tampoco puedes poner tus cartas tan a la vista reconociendo que los otros chicos que pasaron por allí solo te quisieron para pasar el rato. Que torpeza, yo hubiera salido corriendo igual, y mira que está buena!!
 


Otro gran momento nos encontramos cuando su amiga le expresa a Theo lo que siente respecto a su ruptura. Refleja a la perfección lo que nos pasa hoy en día. Nos cansamos, abandonamos y finalmente nos sentimos liberados al romper la relación confirmando que lo que acabamos de hacer era lo correcto. ¿Estamos seguros que era lo correcto? A ella le veo ese punto interesante pero caprichoso que me hace dudar entre si me encanta o me espanta. Me resulta muy adolestreinta esa manera de explicar la discusión que luego derivará en ruptura. Y como expresa ese momento de inquietud por comenzar una nueva etapa después de una relación tan duradera.



Y qué me decís de esas imágenes en silencio como flashbacks de su relación con el amor de su vida. "A veces todavía tengo conversaciones con ella en mi mente. Repasando viejos argumentos o defendiéndome de algo que dijo sobre mí". Arráncame el cerebro, ábrelo en dos y muéstraselo al mundo!! Cuantas veces habré reproducido conversaciones de esas en mi cabeza...

Y un año después todavía no está preparado para firmar. Te hace recordar lo que cuesta olvidar un periodo con alguien. Quizá no en este caso, pero a veces creo que olvidar cuesta tanto que ese esfuerzo mental no compensa la experiencia que has vivido. Me recuerda a aquella película de Jim Carrey: Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Ponme esos cables y todos esos electrodos. Toma mi dinero y hazme olvidar toda esa mierda! Lo que recordamos nos persigue y aunque no recuerdo la cantidad de mantequilla que llevan mis croquetas, las que tantas veces he hecho, sí que recuerdo esa canción. No solo aquella que compartimos, sino las de aquel grupo que alguna vez me dijiste que te recordaban a tu ex con el que finalmente volviste. La cara de ese gilipollas viene a mi mente cuando alguien de las numerosas listas de spotify en las que estoy suscrito, añade una canción de ese grupo, que encima me gusta. Podría no gustarme pero me gusta. Total, que al final se juntan para firmar y es cuando acabas de entender el deterioro que vieron crecer entre ellos. Nada que ver con aquellos momentos llenos de complicidad. Todo lo contrario. Frialdad, presencia incómoda y nervios, sobre todo de él. Nervios que le descubren y le hacen enfocar aquel encuentro de una manera que si pudiera volver atrás, cambiaría.


Y luego, como no, las infinitas charlas que comparten Theo y Samantha. Tan reales, tan sentidas. Resulta difícil de asimilar porque ella no es real de verdad. Pero igualmente tontean, comparten un picnic con otra pareja y hacen pública su relación como si ella existiera. Y terminan como ahora mismo estarán terminando miles de parejas. Por algo nuevo, por un cambio.... Como dice una amiga mía. Ya no cumplimos nuestras promesas. Esas que se hacían nuestros abuelos por las que estaban juntos toda la vida. Cumplir esas promesas era lo que les mantenía unidos. Ni afinidad, ni gustos compartidos, ni la pasión sexual a la que hoy en día le damos tanta importancia. Solo promesas. Las mismas que nosotros nos hacemos pero que somos incapaces de mantener.

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