Muchos alabaron la película como una aproximación muy acertada a lo
que nos espera en el futuro en lo que a la relación entre hombres y
máquinas se refiere. Pamplinas!! (lo siento, estoy en plena campaña de
recuperación de esta palabra). Si algo destaca de la ganadora del Oscar
para mí más importante (mejor guión original) de 2014, son simplemente las
conversaciones. Las que tiene el protagonista con el trozo de metal con
vida llamado Samantha.
Pero
eso no es todo. Tantos momentos, todos ellos tan reales y perfectamente
extrapolables al mundo actual... No necesitamos imaginarnos el futuro
para sentirnos identificados con esa cita. Sí, esa chica. La bisexual y
atractiva compañera del Dr. House. Es el perfecto ejemplo de cita
fracaso que empieza más o menos bien pero se va torciendo por momentos.
Él hace lo que tiene que hacer, intentar ser divertido, cercano, usar
sus armas. Ella coquetea, esa es su apuesta, muy acertada también. Pero
desgraciadamente cuando habla lo estropea. Y eso es algo que nuestro
bigotudo protagonista nunca va a poder pasar por alto, por muchas ganas
de sexo que pudiera tener. Por los clavos de Paquirrín, nunca en el
primer beso puedes decirle a alguien como besar!! Ni tampoco puedes
poner tus cartas tan a la vista reconociendo que los otros chicos que
pasaron por allí solo te quisieron para pasar el rato. Que torpeza, yo
hubiera salido corriendo igual, y mira que está buena!!
Otro
gran momento nos encontramos cuando su amiga le expresa a Theo lo que
siente respecto a su ruptura. Refleja a la perfección lo que nos pasa
hoy en día. Nos cansamos, abandonamos y finalmente nos sentimos
liberados al romper la relación confirmando que lo que acabamos de hacer
era lo correcto. ¿Estamos seguros que era lo correcto? A ella le veo
ese punto interesante pero caprichoso que me hace dudar entre si me
encanta o me espanta. Me resulta muy adolestreinta esa manera de
explicar la discusión que luego derivará en ruptura. Y como expresa ese
momento de inquietud por comenzar una nueva etapa después de una
relación tan duradera.
Y
qué me decís de esas imágenes en silencio como flashbacks de su
relación con el amor de su vida. "A veces todavía tengo conversaciones
con ella en mi mente. Repasando viejos argumentos o defendiéndome de
algo que dijo sobre mí". Arráncame el cerebro, ábrelo en dos y
muéstraselo al mundo!! Cuantas veces habré reproducido conversaciones de
esas en mi cabeza...
Y un año después todavía no está
preparado para firmar. Te hace recordar lo que cuesta olvidar un periodo
con alguien. Quizá no en este caso, pero a veces creo que olvidar
cuesta tanto que ese esfuerzo mental no compensa la experiencia que has
vivido. Me recuerda a aquella película de Jim Carrey: Eternal Sunshine of the Spotless Mind.
Ponme esos cables y todos esos electrodos. Toma mi dinero y hazme
olvidar toda esa mierda! Lo que recordamos nos persigue y aunque no
recuerdo la cantidad de
mantequilla que llevan mis croquetas, las que tantas veces he hecho, sí
que recuerdo esa canción. No solo aquella que compartimos, sino las de
aquel grupo que alguna vez me dijiste que te recordaban a tu ex con el
que finalmente volviste. La cara de ese gilipollas viene a mi mente
cuando alguien de las numerosas listas de spotify en las que estoy
suscrito, añade una canción de ese grupo, que encima me gusta. Podría no
gustarme pero me gusta. Total, que al final se juntan para firmar y es
cuando acabas de entender el deterioro que vieron crecer entre ellos.
Nada que ver con aquellos momentos llenos de complicidad. Todo lo
contrario. Frialdad, presencia incómoda y nervios, sobre todo de él.
Nervios que le descubren y le hacen enfocar aquel encuentro de una
manera que si pudiera volver atrás, cambiaría.
Y
luego, como no, las infinitas charlas que comparten Theo y Samantha.
Tan reales, tan
sentidas. Resulta difícil de asimilar porque ella no es real de verdad.
Pero
igualmente tontean, comparten un picnic con otra pareja y hacen pública
su relación como si ella existiera. Y terminan como ahora mismo estarán
terminando miles de parejas. Por algo nuevo, por un cambio.... Como dice
una amiga mía. Ya no cumplimos
nuestras promesas. Esas que se hacían nuestros abuelos por las que
estaban juntos toda la vida. Cumplir esas promesas era lo que les
mantenía unidos. Ni afinidad, ni gustos compartidos, ni la pasión sexual
a la que hoy en día le damos tanta importancia. Solo promesas. Las
mismas que nosotros nos hacemos pero que somos incapaces de mantener.
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